12 de abril de 2012

TELETRANSPORTACIÓN

Dicen que no existe la teletrasportación. Pero yo tengo mis dudas. Lo que creo es que no han sabido buscar bien o que Iker Jiménez no se ha dado cuenta del misterio de los calcetines. Hasta hace no mucho pensaba que era una cuestión tan sólo de mi hogar, por tanto responsabilidad de sus moradores, un desastre en cuanto al emparejamiento de tan curioso atuendo. El caso es que hay un misterioso suceso que, al parecer, se repite en todos y cada uno de los hogares: uno mete cuatro parejas de calcetines y después, a la secadora, van tres completas y dos calcetines desparejados. Tras la secadora si tienes suerte salen dos parejas y otro calcetín huérfano, que para más misterio no había entrado en esa tanda de secado. Así, poquito a poquito, el cajón de los calcetines desparejados, que parece la barra de un baile de pueblo a las cinco de la mañana, tiene más ambiente que el espacio para las parejas.  Es más fácil ponerte dos calcetines distintos que cuadrar tus pies como se debe. Creo que hay una intercomunicación entre las secadoras y las lavadoras del mundo, un canal virtual controlado por El Gran Calcetín, que va liberando poquito a poquito, en un tricotado plan, calcetín a calcetín, a todos los habitantes de su planeta. Algún día culminará el proyecto y la tierra será invadida por la nave calceta. Ya me los imagino a todos, desparejados, en la otra realidad calcetinera, bailando la danza del “Tomate”. La teletransportación existe, que interroguen a un calcetín.

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