3 de abril de 2012

DESCEREBRADOS

Algunas veces da la impresión de que al pasar por los tornos de un estadio a buena parte de los espectadores, además de revisarles las bolsas, se les revisa la cabeza, eh, oiga, usted no puede entrar, que viene armado con su cerebro. Si no es así no logro entender el descerebramiento generalizado de una parte de la hinchada. Y no hablo ya de los consabidos insultos o de la actitud indiscutiblemente violenta de todos y cada uno de los ultras de todos y cada uno de los campos de fútbol de primera división. No, hablo de como se puede intimidar a un padre, delante de sus hijos, por una puta bandera o una mierda de camiseta. Que sí, que a mí no me gustan, pero es que tampoco me gusta la que tú llevas cuando vas, valiente, rodeado de tus colegionarios, conociendo el aplauso final que le espera a tu faena, a ese pobre padre que ha cometido el delito de llevar a su hijo con una camiseta y una bandera equivocada al lugar inadecuado. Una bandera, que guste o no, no lleva implícito ningún mensaje subliminal, ninguna ofensa inherente, por muy capullos que sean buena parte de quienes la defienden, como lo son los que defienden otras igual de inocentes, como lo eres tú, que crees defender otra con otro emblema ¿deportivo? Te sientes un héroe logrando amedrentar a un padre, haciendo llorar a un niño, incluso a una niña que le pregunta a su padre por qué hacen eso quienes, como ella, venían a animar al mismo equipo ¿Dónde está la ofensa?¿Dónde está la arrogancia y la chulería del padre y del niño más allá de colocar una dichosa bandera? ¿Creen estos valientes que el niño la llevó para tocarles los huevos a ellos? Nunca lo he entendido, por mucho que odie los símbolos, las banderas, jamás un color me ha hecho daño. Y los hay muy peligrosos, pero, seamos serios, una bandera del Madrid (del Barsa, del Bilbao, de la Real, del Valencia...) en manos de un niño no es más que un juguete. Mi hijo quiere que le lleve al Bernabeu. Quiere ir con su camiseta de Casillas. Y yo, que jamás he llevado una, tengo miedo, porque un hijo de puta, un descerebrado, al parecer, te lo puedes encontrar en cualquier esquina de una grada. Y yo creo que no soy tan inteligente como el padre de este video...

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