25 de enero de 2007

El monólogo

En una carta al director del periódico de hoy nos cuenta un lector una interesante historia. Como un hombre en el metro, mientras esperaban la llegada del tren supuestamente averiado, daba su particular visión de los hechos. Los resumo, como el lector, en tres: las averías del metro son una campaña de los sindicatos contra Esperanza Aguirre. A Nadal, el tenista, como es del PP no le dan cancha en la televisión nacional. Y tres, la vergüenza que le producía que el gobierno estuviera gobernando sobre (o gracias a ) los muertos del 11M. Opino como el lector, que es verdaderamente preocupante que este discurso de nuestro amigo Jimenez Losantos salga a la calle, se asuma, se crea y se ¡ venda ! en busca de complicidad.
Entiendo perfectamente que media España esté descontenta con la política del gobierno, igual que la otra mitad estamos parcialmente en desacuerdo. Lo que no entiendo es que alimenten el clima de crispación, como si de verdad nos encontráramos en una situación de preguerra (eso es lo que verdaderamente asusta). Personas de mi entorno, curiosamente oyentes de la COPE mantienen ese discurso y buscan el enfrentamiento dialéctico a poco que les des pie, como si el no criticar ferozmente al gobierno, estar dispuesto a salir a la calle a la primera de cambio, significara que estás radicalmente a favor de Zapatero y los suyos. Un o estás contra ellos o estás contra mi. ¿Qué ocurre?, que no hablamos de política, como antaño, porque a estas personas se les enciende la vena del cuello y lo que podría ser una puesta en común de ideas dispares se transforma inevitablemente en un conflicto. E históricamente entre nosotros, mis amigos, hemos rechazado siempre dos discusiones de forma clara: las de política y las de fútbol.
Por eso les pido a esas personas, y a todas aquellas que ven enormes fantasmas en la época que estamos viviendo, que se tomen unos minutos, que piensen que esto no es una guerra, que si los politicos la quieren, que la hagan ellos, que como mucho hay cuatro años en los que no se puede hacer otra cosa que esperar, pero que luego, por suerte, tenemos la democracia y las elecciones.
Echando la vista atrás, recuerdo todos esas decisiones que iban a llevar al país a la fractura definitiva, los papeles de Salamanca, los matrimonios entre homosexuales, el estatuto catalán...y, viendo que ahora no incitan a la derecha a salir a la calle y que España sigue en su sitio (sí, Jimenez, que sigue en su sitio) no entiendo a qué tanto revuelo en su día. Al final, se vista como se vista, mona se queda. ¿Por qué tengo que discutir contigo sobre si es seda o no?. ¿Para que la mona sigua en el árbol muerta de risa?

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