25 de septiembre de 2012

ESOS CINCO MINUTOS

Supongo que a todos los que hacéis un poquito de deporte os pasa. Sobre todo en los individuales como la bici o correr. Sales, te calzas tus ganas de desentumecerte, y los primeros segundos son de tanteo, de saber a qué estamos jugando. Después llegan los minutos más difíciles. Es cuando el cuerpo parece decirle al cerebro, eh, capullo, ya vale, vamos a casa, que hace frío. Y el cerebro insiste, no, que os he dicho que vamos a llegar a tal sitio, no me toquéis las neuronas. Y las primas hermanas de las agujetas que se manifiestan en cada músculo al grito de para capullo idiota que lo que me gusta es el sofá. Esos momentos son tan duros psicológicamente como fisiológicamente. Hay que superar esa barrera. Entonces, vadeada esa crisis, ese conato de rebelión, puedes tirar para adelante como un campeón, con la sensación de que puedes llegar a cualquier sitio, de que lo puedes aguantar todo.
Creo que eso nos está pasando con esta legislatura. Hemos salido a correr y nos pesan las piernas. Estamos viendo lo que nuestro cerebro tiene previsto y no nos gusta. Vemos la tijera insensible a lomos de los privilegios, a las castas acomodades reírse de nuestra desdicha y salimos a la calle. Pero en menos de cinco minutos la fuerza de la rutina, de nuestro día a día, nos minará al completo, y lo que parecía insoportable, lo que nos llevó a la calle porque creíamos que seríamos incapaces de superar, pasa a segundo plano, y aunque sabes que está ahí, como ese eterno cansancio que nos acompañará siempre, ya han pasado los cinco minutos y eres capaz de soportarlo todo. Los políticos también lo saben, y por eso, como nuestro cerebro cuando le imponemos el ejercicio, aguantan como pueden el temporal sabiendo que la vaselina del día a día preparará nuestros esfínteres para otra legislatura insoportable. Y llegados a este escatológico punto de mi relato y por ende de la historia de esta España nuestra esta España tuya, creo que es el momento de pedir un partido de homosexuales en el gobierno. Porque, como dice un amigo, si nos van a dar por culo, por lo menos que lo hagan unos profesionales.

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