28 de julio de 2022

 CRISTIANO NO: 

Supongo que, aun viviendo mi madridismo como las hemorroides, en la intimidad, trasciende a modo de color del cristal con el que miro...el fútbol. Os cuento. Hay rumores, porque eso es la canícula futbolística, de un posible fichaje de Ronaldo, el delgado, no el bueno, que ya se retiró, por el Atlético de Madrid. Nada nuevo bajo el sol. Dos clubs, uno que no lo quiere, otro que parece que sí, un jugador con sus objetivos (deportivos, económicos, egocéntricos...) y un representante frotándose las cuentas en Suiza. Futbolbussines en esencia. Lo peculiar de todo esto es la ingenuidad de los pueriles aficionados (o parte de ellos) colchoneros, que en representación de un grupo de peñas han mostrado, pedido, exigido, no sé muy bien, que el club no entre en la liza por el jugador luso. Y lo hacen porque el perfil del profesional de la pelotita choca frontalmente con los principios del club. Y yo me pregunto, que es lo mismo que hacérselo a ellos ¿si te aseguraran que Ronaldo meterá el gol que da la Champions al Atleti firmarías esa solicitud a tu club?¿Renunciarías o no a tus principios atléticos por tener una orejona en tu memoria? Yo me acuerdo, en esto y en casi el cien por cien de los órdenes de la vida en los que entran en liza los principios, del ínclito Groucho: estos son mis principios, si no te gustan...¡tengo otros!

26 de julio de 2022

 NOS QUEMAMOS:

Hoy me he levantado distópico. He pensado que en veinte años, todos calvos. Por resumir. Me he imaginado que en dos o tres décadas La Tierra será casi un erial candente y dará igual ser rico o pobre, porque el sol calentará a todos por igual, y si no hay para repartir, no habrá quien salga ganando. Pero sé que no es verdad. El clima, que se volverá en contra de la existencia del ser humano por nuestro ombliguismo y vaguería ancestral con todo aquello que nos obligue a mirar más allá de nuestra generación, no afectará a todo el mundo por igual. No, empezará, como siempre, por los de abajo, por los que menos tienen. Que en invierno morirán asfixiados por calentar la casa quemando lo que puedan o muertos de frío por no tener ni que quemar. Y en verano, achicharrados en viviendas precarias bajo un sol de justicia. Los ricos coparán los aires acondicionados y el agua, cuando empiece a faltar (que ya lo hace) dará más sed, como siempre, a quien menos recursos tenga. No hace falta echar la vista a una hipótesis, con ver Andalucía, por ejemplo, llena de campos de golf con su césped impoluto y fresquito y pueblos a los que un día sí y otro también se les corta del suministro de agua corriente. Si algún gobierno osara tocar ese modus vivendi, sería tildado de comunista (eso con poco) y de catastrofista. Un día alguien se acordará de nosotros y de nuestra familia por no haber hecho algo. Y serán tus nietos y los míos, que no tendremos que irnos tan lejos.  

21 de julio de 2022

 BOLLOS: 

Soy un poco obsesivo y algo maniático, lo que parece una reiteración. Esta tendencia, por llamarla de algún modo, se aplica de manera intensa con la tecnología y/o el motor. Si no funciona la caldera, es difícil que me la quite de la cabeza hasta que lo resuelva. Si se me estropea el ordenador, empiezo a descansar cuando tengo fecha de reparación. Y el coche ya es el tótem de esta conducta. Puede que tenga que ver con mi warnig alfismo. Sí, podéis darme el pésame, durante diez años tuve, digo, sufrí un Alfa. Desde entonces, cada vez que en el salpicadero se enciende un incono, el corazón me da dos latidos impares. Por eso jamás dejo que llegue a la reserva, para no ver esa lucecita. Esa manía se amplía a la estructura exterior. Seguro que os ha pasado, cuando fuisteis padres, solo veíais carritos de bebé; si tienes perro, solo ves perros. Pues yo, si tengo un bollo (nuevo...) en el coche, ya no veo el coche. Solo veo el bollo, enorme, gigante, excelso. Tengo un bollo con ruedas. Me pasó esta semana. ¿Consecuencias? pues que tiro de gente más sabia (gracias cuñado) y aprendo chapa y pintura a pasos acelerados. Para no quedarnos en fechas tan significativas un mes sin coche, hemos hecho una reparación de emergencia, por mi salud mental, más que nada. Así que, amén de saber como desmontar un portón de maletero (gracias Javi de nuevo) he aumentado mi parque de herramientas con ventosas y alguna que otra cosita más. Seguro que me saldría más barato un psicólogo, pero ese campo (perdona Toni..) no lo trabajo. 

19 de julio de 2022

 ACORDÁNDOME DE LA MADRE DEL TOPO: 

Los que me conocéis un poco, ya sea por aquí o por el mundo real, sabéis que llevo mal, muy mal, el fallecimiento de los trabajadores. Que lo del trabajo dignifica, lo paso a duras penas, pero lo de morir, por mucha dignidad. En fin. Ha muerto un trabajador de la limpieza madrileña por un golpe de calor. El alcalde ha dicho que no es su problema, vamos, del ayuntamiento, porque trabajaba para una empresa subcontratada y no para el consistorio directamente. Ole tus cojones. Me controlo en llamarte carapolla por si hubiera menores leyendo esto. Ahí lo tenéis. La cuadratura del círculo, el ponciopilatismo aplicado al capitalismo. Nada nuevo, por otro lado, pero es que no hay ya ni dignidad torera, aquí en Madrid, que somos tan de subvencionar la tauromaquia, con el cuerpo presente del pobre fallecido, me lavo las manos y a otra cosa, mariposa. Ni disimular tienen ya. Y eso, amigo votante, es culpa tuya y mía. El trabajo no se si dignifica a las personas, pero todas las personas trabajadoras merecen un respeto. Señor alcalde, es usted un desgraciado. Siento la crudeza. 

18 de julio de 2022

 LA DESPEDIDA: 

El otro día, por vergüenza torera, no participé en La Ser, aunque logré contactar con ellos, por eso de que no digan ya está el pesado de Boadilla. 

Así que el pensamiento lo dejo aquí. Pedían historias sobre despedidas, las especiales. Evidentemente las que han marcado mi vida son las que he tenido con mi pareja. Cuando éramos jóvenes era doloroso separarse (sin la tecnología actual para dulcificar la distancia) y las despedidas eran muy intensas. Con la edad aprendes que la distancia forma parte de la vida. Pero si de verdad rasco en la memoria hay una despedida cíclica que era especial, y quizá la mayor prueba de amor (que me perdone mi morena) que hemos recibido en la vida. Como muchos hijos de emigrantes del campo, con madre ama de casa, pasábamos largas temporadas (entre dos y tres meses) en el pueblo, en casa de la abuela. Imaginad, diez nietos, más agregados, en la enorme casa que llamaban (tardé en entenderlo) la de la cama caliente. El caso es que después de ese periplo nuestra abuela nos despedía, lágrima en ristre, cuando volvíamos a la capital, subida en el escalón, moviendo una mano y con la otra, pañuelo mediante, secando las lágrimas. Sus tres nietos, a bordo de un Dyane 6 de color naranja le devolvíamos el gesto hasta que el giro en una calle nos la robaba por unos meses. Pensar en la guerra que podíamos haberle dado, lavadoras, comida, camas, idas, venidas, malos modos, y que allí estuviera, echándonos de menos cuando todavía no nos habíamos ido...si esa no es una prueba de amor infinita, es que yo no entiendo nada.