4 de septiembre de 2025

 VIVIENDA: 

Aunque nuestro largo proceso de búsqueda de vivienda ya ha finalizado (hacemos tres meses en nuestro nuevo hogar) las páginas de búsqueda de pisos no aceptan mi solicitud de baja, así que continúo recibiendo ofertas. Veo que los precios siguen subiendo y que si no hubiéramos tenido la suerte de cerrar un acuerdo a principios de año ya no podríamos llegar a pagar lo que pedirían por la que ahora es nuestra casa. Eso, al contrario de hacerme sentir bien, me inquieta. Porque, más allá de que ahora hay que pagar una casa que llamamos nuestra pero cuya mitad es del banco, están los que vienen por detrás: nuestros hijos, nuestros sobrinos, los hijos de nuestros amigos...¿Cómo van a comprarse ellos una casa? Si esto sigue así va a ser imposible, y si no va a seguir así será porque explota y entonces nos salpicará a todos, como ya ocurrió hace 15 años. La perspectiva no es halagüeña. 
A eso le añado que ayer escuché que el 54% de las nuevas hipotecas las firman personas que ya tienen una vivienda, es decir, propietarios que buscan invertir. Si incluimos en la variable aquellos que compran sin hipotecarse, está claro que la vivienda, en este país de obtusos inversionistas, sigue siendo el gran foco de búsqueda de rentabilidad. Da igual que tengamos precedentes de familias arruinadas, malvendiendo o de bolsas inmensas de pisos embargados en manos de los bancos. En España, el ladrillo, vende. Es triste, sobre todo porque vamos camino de dos legislaturas progresistas consecutivas y no se ha hecho nada realmente efectivo. Nuestro voto, al menos el mío, a la basura. 

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