4 de noviembre de 2022

 PIERDO EL HILO: 

Cuando hablé de que no me gustaba el teatro conté que me pasaba algo muy particular con el cine, o con las series, la ficción en la pantalla, vamos. Os pongo un ejemplo, en una serie reciente, una madre sale de casa a toda velocidad porque alguien se ha llevado a su hijo. Para darle dramatismo a la escena hay un primer plano de los pies descalzos de la madre pisando la calle. Cuando encuentra a su hijo, unos diez segundos después, ya iba con zapatillas de estar por casa. Era un momento dramático y yo no dejaba de ver, una y otra vez, los pies descalzos y luego calzados, otra vez descalzos, luego calzados...Y dejo de creerme la ficción, pierdo el hilo, trastabillo como espectador, le veo los palos al sombrajo, el truco al mago. Me ocurre desde que tengo uso de razón y durante un sibarita periodo de mi vida, hacía que me perdiera buena parte del espectáculo. En cierta medida, a la fuerza ahorcan, he mejorado en esta cojera. Y me ocurre lo mismo con la grandilocuencia y los argumentos políticos, en cuanto un político menta en su argumento ideas del tipo es la mayor de la historia de, el más grande de la historia de...pierdo el hilo. Pero esta es otra historia, aunque de esta cojera no veo cura tan sencilla. 

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