6 de marzo de 2013

MACHISMO

Pongamos un caso. Dos trabajadoras idénticamente cualificadas. Llevan el mismo tiempo en la empresa, con la misma formación, idéntica motivación e idénticos resultados. Una es físicamente poco agraciada pero es un dechado de dulzura, simpática, en extremo agradable y muy preocupada por los demás. La otra, en cambio, es algo más arisca pero tiene un cuerpo de ensueño. Ambas explotan sus virtudes al máximo. La menos agracida mantiene a su jefe a base de detalles personales. La más atractiva lo marea con sus escotes sabiendo la debilidad que tiene con esa parte de su fisionomía. Hay un ascenso. Ambas son candidatas. Finalmente el jefe se decanta por la joven del escote. Repito, laboralmente son intachables ambas, almas gemelas ¿Nos atreveríamos a censurar a esta muchacha por usar su cuerpo como reclamo y en cambio no lo haríamos con la otra joven que lo que explota, al máximo, es su desbordante simpatía?¿Inmoral un escote excesivo y no una una sonrisa excesiva?¿Qué tienen los pechos que no tengan los labios? Incluso iría un poquito más lejos, digamos que una de las jóvenes, la que quieras, decide hacerle una felación a su jefe para decantar la balanza. Obviando la moralidad, que es un tema muy delicado ¿ha hecho algo ilegítimo?¿no ha utilizado todos sus recursos para lograr su objetivo, que no es otro que el de acceder a un trabajo para el que está sobradamente cualificada?¿Sabéis lo que pienso? que hay un machismo inherente en todo esto y que, una vez más, son las propias mujeres quienes lo alimentan con más virulencia, y es que en estos casos se suele censurar a la parte activa, sin llegar a censurar a la parte receptora. Se llama trepa o puta a quien es capaz de dar sexo por un ascenso y en cambio el que recibe sexo por decidir se va de rositas, básicamente por tener un pene, incluso suele tener buena prensa. Ese es el verdadero machismo. Cuando hay una mujer que asciende a un trabajo que no merece porque pone sobre la mesa sus capacidades sexuales, la culpa debería ser de quien decide, no de quien chupa. En cambio, que curioso, imaginad: una directora asciende a un joven por su capacidad para ponerle el flujo vaginal a punto de nieve. Entonces sí, entonces ella es una puta. Otra vez.

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