27 de febrero de 2013

VAYA QUE SI CANTÓ

Conozco gente que se ilusionó con la salida de UPYD, que consideraban a Rosa una luchadora que había renegado de la desidia de su partido madre, el socialista, y que en aras de un progresismo moderno, había creado, junto a otros desencantados, un nuevo partido. A mí, si os soy sincero, y no quiero ser oportunista, me parecieron unos traidores desubicados, sin más. Es cierto que el bipartidismo es un mal endémico que ha condenado al ciudadano medio al timo electoral cíclico, en el que cambia el perro pero no el collar, aunque llegados a este punto me inclino más por la metáfora cambia el perro pero no la mierda que caga. Lo que ocurre es que los partidos nuevos, por mucho que levanten la cabeza por encima de esta rutina, no tienen porque esconder en su ideario el progresismo del que dicen nutrirse. A poco que los políticos de este ya no tan nuevo partido, han ido encontrando atriles en los que dejar sus perlitas, nos vamos dando cuenta de que el progresismo, en realidad, es una quimera, una fachada, un mal necesario para nadar entre dos aguas en espera de que la lucha de los dos grandes las revuelva y poder pescar votantes ingenuos. Toni Cantó, que jamás fue un buen actor y que a lo visto, va a ser peor político, ha sido la guinda. No sólo metiendo la pata con el maltrato animal, dejando en el aire ideas tan retrógradas que harían vomitar al mismísimo Manolete, sino que estos días fue el turno de los hombres y las mujeres. Parece ser que según este señor la gran mayoría de las mujeres que denuncian malos tratos lo hacen por una suerte de juego de espejos para lograr no sé que dinero que el Estado recibe de Europa. Pues se me antoja complicado como explicarle a una mujer de cuarenta años, por decir una edad, que debe vivir acojonada el resto de sus días para que nosotros recibamos una subvención. Es cierto que cuando se hacen leyes para proteger a los más débiles, se suelen dar herramientas a los mentirosos sin escrúpulos, pero es un peaje que debemos aceptar. Convertir eso en la norma es una frivolidad imperdonable. Cuando un político mete la pata de una forma tan estruendosa, no sé a ti, pero a mí las disculpas no me sirven. Vuelve al teatro Toni, de verdad, por el bien de la política española. Sé que el mundo de la farándula no te echa de menos, pero cuando te marches de la política, nosotros menos.

1 comentario:

ralero dijo...

Pero hombre, no seas tan duro con el pobre histrión; lo único que hace es honor a su apellido: siempre dando el cante.

Abrazos.