15 de junio de 2012

MAL DÍA

Ayer fue un mal día de trabajo. Demasiada prisa. Demasiados emails. Demasiado bailar del castellano al inglés. Demasiado teléfono. Demasiadas demandas. Los jefes más nerviosos de lo habitual...en esa vorágine estresante levanté la vista de mi mesa, y aunque tenía una cristalera y los carteles corporativos, dejé volar mi imaginación. Recordé que aquella misma tarde teníamos mi bicicleta y yo dos horas de soledad. Sus pedales y mis piernas bailarían sin prisas, sin destino, sin interferencias, sólo acompañados por la música del MP4. Y me gustó. Fue efectivo. Ya no hubo tanta prisa, ni tantos emails, ni tanto inglés entremezclado con el castellano, ni tanto teléfono, ni tantas demandas y hasta los jefes parecieron serenarse. Pensar en mis dos horas de soledad, en las que nadie podría interferirse, fueron el impulso que necesitaba para salir de la ponzoña de un mal día. Me di cuenta de lo importante que es encontrar esos momentos para uno mismo. Momentos solos, sí, únicamente para ti. Una masturbación anímica. Búscalos. Todos los necesitamos. 

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