10 de octubre de 2024

 LOS ESPECTADORES Y EL RESPETO: 

Ayer fuimos al cine. Virgen roja, una película interesante, aunque lo más aterrador es que estuviera basada en hechos reales. Vamos al cine con el bonoteatro, un sistema que nos permite ir, de lunes a jueves, por 3,5 euros. Muy razonable. Solemos ir los jueves. Pero esta semana se nos torció el asunto y tuvimos que ir el día del espectador. No me tildéis de antisocial (que con una pantalla de por medio podría serlo...) pero es que clama a un cielo en el que no creo. Veamos, una señora que durante la primera media hora consultó su móvil una veintena de veces y eso incluye media docena de fotografías (¡¡¡con flash!!!) a la pantalla, patatas fritas cuya bolsa no termina de dar su concierto durante todo el metraje, botellas que chasquean su plástico de mano en mano, una pareja que discute y se cambia de sitio, latas que se abren, papel de aluminio retorciéndose para ofrecer un bocadillo, las consabidas e interminables palomitas, y ayer, para rizar el rizo, como si estuviéramos en el Bernabeu o en la mismísima Maestranza de Sevilla, una pareja comiendo pipas. ¡Sí, pipas! esas que individualmente hacen un sonido del infierno antes de llegar a tu gaznate. Imaginad los momentos tensos del film, esos que la directora, en este caso, pensó iban a ser deleitados, con la música robándole el protagonismo al silencio entre los protagonistas...y mientras tanto la oda a las onomatopeyas culinarias, crunch, cash, push, pish, zash, crish...sin parar. Soy un fanático del cine, por encima de mis posibilidades, desde que era un adolescente, de los que iba a los Cinexín Princesa, no porque pusieran películas iranís o turcas, sino más bien porque no había palomitas. Si sigue este nivel de falta de educación y de empatía por el cine, ahorraré para comprarme un televisor más grande y un buen equipo de sonido...

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