22 de febrero de 2013

A LOS ACTORES

Trabajo para una multinacional. Como comunista de la vieja guardia, esto es, dinosaurio ideológico donde se precie, no puedo comulgar con la gran mayoría de las políticas que practican las multinacionales, porque son parte de un sistema del que reniego. Pero no me queda otra. Y que dure. Tengo una casa que voy pagando con una hipoteca que me concedió un banco que más que probablemente, tal y como está el patio, haya sido responsable de una buena cantidad de desahucios. No encontramos otra forma de darle un lugar en el que vivir a nuestros hijos. Tengo coche. Y me gusta el fútbol, ese circo mediático de multimillonarios en pantalones cortos. Y así podría seguir hasta aburrir al más abnegado de mis lectores. Así que a mí también podrían, desde la caverna mediática, salvando las distancias, criticarme por ponerme como me pongo en alguno de mis artículos sin renunciar a lo que parece ser son los parabienes del sistema capitalista. Como han hecho con los actores pensantes como Ussía. Quizá crean estos conservadores con voz que nuestra indignación tiene nombres y apellidos y vive en mansiones de lujo. Si piensan que denostando al emisor van a lograr echar ponzoña sobre lo emitido, lo llevan instrumento musical de la familia de los aerófonos formado por boquilla, barrilete, cuerpo superior, cuerpo inferior y campana. Queda muy bien poner de vuelta y media a la Verdú por poner los puntos sobre la ies vestida de Dior. Sí, no deja de tener su gracia, porque ciertas actitudes desde la farándula carecen de la coherencia debida, no hace mucho criticaba yo a un sindicalista por salir en una rueda de prensa con un Ralph Laure. Pero las ies siguen ahí y los puntos son los que son. Se vista como se vista, la indignación se queda en indignación. Y es mucha, más de la que la demagogia fachosa de este país va a poder disimular con su verborrea oportunista. Además, los actores son asalariados, reciben un sueldo por el trabajo realizado, tal vez, digo, sólo tal vez, habría que revisar la industria del cine desde ese lugar lujoso donde un productor, sin poner sobre la claqueta el más mínimo talento, se enriquece a costa del esfuerzo creativo e interpretativo de otras personas. Quizá entonces le de la razón a Ussía. Mientras no me demuestren lo contrario, yo siempre del lado de los trabajadores, se llamen Bardem o Manolito.

1 comentario:

ralero dijo...

De lo poco sensanto que he leído estos días al respecto.

Abrazos.