13 de diciembre de 2012

TECNOLOGÍA

Somos tan arrogantes como las generaciones precendentes con esto de la tecnología. Miramos a nuestros hijos y estamos convencidos de que estaremos ahí, en el candelero tecnológico y no vamos a emular a nuestros padres pidiendo ayuda para programar el video. Estamos convencidos de que estaremos al quite a cada novedad, pero entendemos novedad como un paso más en lo que ya existe, hasta que llegue un día un cambio brutal que nos pillará en fuera de juego, como no puede ser de otro modo. Creemos que correremos como la tecnología. Pero nuestros hijos vuelan y antes de que queramos darnos cuenta a lomos de los nuevos tiempos nos pasarán. Y no nos daremos cuenta de que lo han hecho, y tampoco de que cada día están más y más lejos. Viviremos en nuestras caducas novedades, pensando que lo sabemos todo, que lo de antes sí que era bueno, hasta que un día estaremos sentados frente a la pantalla multimedia y le preguntaremos a nuestro hijo, oye, ¿cómo cambio de canal?¿dónde está el mando? Papá, hay que pensar, tú piensa en el canal que quieres y la pantalla aceptará tu orden. Y cerrarñas los ojos bien, bien fuerte y con cara de tonto aceptarás la evidencia, hijo, si ya estoy pensando, pero es que no hay manera. Deja, papá, anda, deja, que ya lo pienso yo...

1 comentario:

may dijo...

Es mucho más que probable. Lo que me daría más miedo es que acabáramos diciendo eso de: Hijo no me toques nada que se estropea (que luego no sé tocarlo yo para que vuelva al sitio que conozco, sería la coletilla).