16 de febrero de 2012

ENVIDIA COCHINA

Escribo una vez más espoleado por mi vergonzosa ignorancia, porque hasta hace menos de media hora no tenía la más remota idea de quien era Dinaw Mengestu. Ahora sé que según N.Yorker es uno de los escritores menores de 40 años más importantes del mundo. Nacido en Etiopía y educado en Estados Unidos ahora vive en París. Y, sobre todo, ha desayunado con uno de los reporteros de El País. Cuenta un poco como es su vida mientras degustan un jamón de Los Pedroches, y en un momento dado el artículo indica lo siguiente: "Cada mañana, tras depositar a sus hijos (uno y dos años) en la guardería, escribe durante horas en sus dos oficinas fuera de casa: dos cafés parisienses en los que se siente a gutso, fuera del mundo". Y se me han remontado las teclas. Como díría mi amigo Jorge (tres años): yo tero. Sí, envidia, cochina envidia, dura, cruel y realista envidia. Yo quiero eso. Justo eso. Y me da igual que no haya en Madrid cafés con tanto glamour como los del Montmartre. No importa. Yo quiero. Cochina envidia.

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