En mi casa está prohibido el canal de TeleMadrid con pena de congelación de mando. TVE está imputada y un grupo de expertos anda valorando una condena transitoria en espera de acontecimientos. Curiosamente ayer, por primera vez en años, aguanté el dedo en el número 3. Fundido negro. Los trabajadores del ente madrileño están de huelga. Y eso me recordó lo rápidos que somos los españoles en el pensamiento sobre acción ajena. Yo el primero. Cuando andábamos viéndole las orejas al lobo de la crisis el que más y el que menos andaba pergeñando su recetario, y en todos los menús salía terminar con el despilfarro de las televisiones locales y autonómicas. Así, de un zarpazo. A grandes males, grandes remedios. Pero después te das cuenta que detrás de las pantallas planas hay personas que trabajan, y mucho. Personas que tienen hipotecas, hijos, estómagos y corazoncitos. Y da miedo. Porque es pensar y algún currela se queda fuera de la foto. Esto es lo que yo llamo ¿quieres caldo? pues toma un ERE. Y mientras tanto los Sanchez Dragós, las Tarregas y la piara de chupópteros y culturetas de baja gama, al más puro estilo egipcio, con una mano vociferando y con la otra talegando, y "pa la saca". Es un síndrome generalizado, cuando hay que cortar sigue resultando más cómodo hacerlo por la base. Y no es que así nos aseguremos que el árbol siga en pie, que va, ni mucho menos, lo que se asegura quienes tienen el hacha es que sus colegas anden bien agarraditos en las ramas y no se asusten. Cuando el árbol caiga se irán con los bolsillos bien llenitos, el prestigio intacto y camino de otra sangría. Las sanguijuelas acampan a sus anchas en este país de pandereta donde el que más o el que menos tiene un chupóptero a su cargo. Somos donantes de paciencia. Y como no le quitemos el hacha a estos tipos, se nos van a petrificar las pelotas. Quien las tenga.
5 de diciembre de 2012
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