Nos gusta apropiarnos del éxito de los demás. Y no lo digo como una crítica. Yo, por ejemplo, presumo de que si Ricardo (portero de Osasuna, entre otros) sabe parar penaltis es porque yo, con doce años, me quedaba con él a ensayarlos después del entrenamiento. Me gusta saber que se ha ganado la vida con la pelota. No hay envidia, ni celos. Nos pasa algo parecido con Eva Hache. Vallisoletana a la que conocimos hace muchísimos años, porque era la novia de un amigo de un amigo. Ella ni se acuerda de nosotros, pero siempre que la vemos en la tele decimos, anda, la Eva. Y no un Eva H como quien dice Fernando Alonso o Rafa Nadal. No, no, la Eva, nuestra Eva. Y nos fagocitamos su éxito y nos sentimos parte de él porque nosotros la vimos cuando hacía monólogos con una amiga en un bar delante de quince personas. Ayer coincidimos con ella de nuevo porque nuestro amigo común (Gus) tocaba en el Café La Palma de Madrid con su grupo (Mistery Chain). La saludamos y poco más. Ella iba sóla y discreta. La próxima vez que la veamos en la televisión diremos, anda, mira, la Eva ¿sabes que estuvimos con ella en un concierto? Qué tía más maja...
6 de diciembre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario