Soy un nostálgico. A poco que lleves unos meses entrando en este rinconcito o me conozcas lo sabrás. Por eso siempre me han gustado las películas de niños contadas desde la nostalgia. Un tipo mayor apostado en un coche, mirando a lo lejos a un horizonte con sabor a pasado y una voz en off: aquel verano había sido el más caluroso en décadas…Y como me hago mayor la nostalgia se multiplica como en un caleidoscopio. La que siente en la ficción el protagonista la hago mía recordando cuando en lo alto de la montaña del descampado me tumbaba con mi amigo Batussi para intentar descubrir si el eterno enemigo, los de la segunda plazoleta, habían decidido salir de su escondrijo. Y esa nostalgia va mucho más allá. Se profesionaliza. Este domingo volví a ver con mis hijos la película Stand by me. Hacía años de la última vez. Al terminar no pude evitar sentarme al ordenador a buscar cómo le había ido la vida a los protagonistas. Y no en el film, que ya lo deja claro el narrador, con uno en la cárcel, otro casado y con cuatro hijos y un tercero asesinado en una hamburguesería. Recordé a River Phoenix, Chris Chambers en la película, y su prematura muerte (en el año 93, hace tanto ya…). Quise saber de ellos, con la esperanza de que a todos les hubiera ido más o menos bien, al menos mejor que a River. Pero ni Corey Feldman, ni Jerry O´Connell tuvieron una carrera especialmente exitosa, y poco más se puede decir del protagonista, interpretado por Gordie Lachance, que más allá de su papel eterno en Star Trek, apenas podemos desenterrar algún éxito. Y me he sentido triste, como traicionado por el destino, porque aquellos niños fueron míos durante un tiempo, incluso en la adolescencia, cuando su banda sonora me acompañaba en las primeras aventuras con las teclas. Bueno, en aquellos tiempo no eran una pantalla y un teclado, sino un cuaderno y un boli bic. Pero esa ya es otra nostalgia, digo, otra historia.
11 de diciembre de 2012
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