KEN

Me han regalado una montaña. Algunos lo llaman libro, pero para mí es el Tourmalet de la literatura. Ken Follet tiene la incontinencia literaria más famosa de la tierra, con sus pilares y todo. No escribe, se desborda. Y yo, que ya no es que sea un lector esporádico, sino un superviviente, pues me enfrento a su nueva obra como un adolescente a los deberes del fin de semana. Pero qué pereza, por Jesucristo Nazaranteno. Mi ritmo de lectura es tan lento que los protagonistas se diluyen y como un abuelo amnésico tengo que ir haciéndome chuletas para recordar que Maud es la madre de Carla. Para mí su Iniverno del mundo van a ser las cuatro estaciones de Ken Follet. He hecho unos cálculos y para cuando vaya terminando la novela Ramonchu ya nos habrá felicitado el 2014 y seguro que Erik se habrá fumado unos porros en el mayo francés ¿No podía haber hecho una versión reducida a un tercio? No sé ¿300 hojas?¿Qué le he hecho yo? Es tan cansino que aun habiendo empezado su libro no he podido serle fiel y he caído a la primera tentación. Han sido 228 hojas de tapas rosas, una pequeña y tentadora historia sobre la hermana del protagonista que, para más señas, vive en la repisa de la chimenea. Espero que Ken no le pille ojeriza a Annabel por este suceso. Le prometo que en cuanto acabe con la afición de Rose por las repisas volveré a la II Guerra Mundial Follettiana. Esto me recuerda mi relación con los viajes. Cuando tenía tiempo no tenía dinero, después cuando tuve algo más de dinero ya no tuve tiempo. Siempre he visto la literatura como una herramienta para aprender a escribir, así que sólo leía lo que creía me iba a instruir más, con lo que con Kunderas o Millases no tenía tiempo para Follets o Allendes. Y ahora que ya leo por afición, lo que no tengo son ganas. Me deprime pensar, al empezar una novela, que cuando la termine voy a ser bastante más viejo. Estoy con Antonio Gala, mejor escribir menos que más. O con mi maestro Bolaño: dos de cada tres palabras que escribes son prescindibles. Lástima que Roberto ya no pueda explicárselo a Follet. Mientras tanto, en lugar de Ken, vamos a pensar en su hermana Kety...Kety Follet, Ken.