Machitos del mundo, preparaos, se abre la veda del culo patrio. Sacad vuestro chascarrillo y armadlo con babas que ya se puede tocar, acariciar, insinuar y lo que haga falta. Los culos andan sueltos y están esperando tu cachete. Lo ha dicho un juzgado: los besos y los tocamientos indeseados (por la parte receptora, claro) ya no son acoso sexual. Y en ese juzgado trabajan hombres que estudiaron una carrera y aprobaron unas durísimas oposiciones. Pues nada, que se preparen mis compañeras porque esto va a ser la guerra. El tribunal, en el que dictan sentencia tan sensatos togados, considera que los tocamientos, caricias, besos en la boca, y demás lindezas asumidas por víctimas y acosador (trabajadores de una farmacia) no iban cargados con las suficientes dosis de intimidación, hostilidad y humillación que marca la ley. Al parecer, como escribía cartas de amor, al mismo tiempo a ambas subordinadas, el jefe tocador ya no hacía propuestas sexuales sino que realizaba propuestas sentimentales, vamos, que le agarraba el gajo del culo con los cinco dedos porque la quería, y eso, quiera o no la nalga, no es delito. Lo siento culo, he dicho amor, cruci. Y la reiteración no es más que un engrandecimiento del amor, supongo. A mí, lo que me parece, lo que trasciende, haya habido o no error en la presentación de la causa y de ahí la absolución, es que en este país, cada día más de pandereta, la mujer sigue siendo un florero. Que sí, que aceptamos que puede tener cerebro, que hay indicios y hasta algunos aceptarán las pruebas, todo mientras la mujer siga siendo eso, un florero, al que, además, ya se puede tocar. La mujer podrá ser juez, doctora, científica, lo que quiera, en España, que ya lo es, pero que no vaya por la sombra que se derrite y que no me entere yo que ningún culito pasa hambre. Triste. Pero cierto.
10 de octubre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario