A finales del verano vi una escena que me retrotrajo a mi infancia. Una niña de la urbanización, gordita, de unos doce años a lo sumo, salía de la piscina. Estaba sóla, nadando y jugando, metida en su mundo. Debió cansarse y salió al césped. En ese momento bajaban por una pequeña cuestecita dos niñas de la misma edad. Una muy alta, delgada, muy guapa, con paso firme y mirada altiva. La otra más bajita, menos agraciada y que parecía caminar sumisa a su sombra. La que ejercía de princesa levantó la vista para no cruzarla con la de la niña gordita recién salida del agua. Pero su lacaya sonrió con naturalidad, como agradeciendo el encuentro. La niña envuelta en la toalla las saludó con sincera alegría, ya tenía amigas con quien jugar. Pero la reina del baile consideró que no era apropiado, así que aceleró el paso. Aceleró y aceleró y con ella arrastró a su bufón. La pobre niña que acababa de salir de la piscina iniciaba el paso natural de acercarse a ellas. Pero no tuvo tiempo, y cuando doblaron la esquina de un portal se quedó en medio de la nada. Herida de muerte en su orgullo no sabía que hacer, si acelerar también el paso e ir tras las dos niñas que deberían ser sus amigas, o volver y admitir la derrota, sí, pero mantener su dignidad intacta. Optó por esto último y se tumbó en la toalla. Yo sentí una profunda tristeza y unas ganas enormes de abrazarla y explicarle que no siempre sería la niña gordita, que algún día su inteligencia haría que las niñas bonitas fuera floreros inútiles a su alrededor. Pero no hice nada, nada más allá que recordar las veces que en mi infancia, viví, alimenté o sufrí a un dios engreído y popular. La vida nos pone a todos en su sitio. Pero en ese momento, cuando eres la niña de la toalla, repudiada por la élite de tu edad, crees que el mundo es un lugar insufrible e injusto.
11 de octubre de 2012
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2 comentarios:
pues es una pena que no te hubieras acercado y le hubieses dado ánimos....a mí en su día me habría venido muy bien¡¡¡
A todos nos habrá pasado alguna vez, la infancia es cruel de por si. Si tuvieramos un reflejo innato para repudiar ese tipo de situaciones y comportarnos como personas inteligentes y normales desde pequeños, cuantas cosas buenas, amistades y risas dejariamos de perdernos.
Un Abrazo
JMP
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