Una hilera de coches peregrina hacia el control de la Guardia Civil.-Ya es casualidad- susurra mientras reduce la marcha sin poder esconder cierto nerviosismo. La mira con ojos de enamorado. Está más hermosa que nunca- Tú tranquila, cariño, hemos pasado por aquí decenas de veces, la Guardia Civil busca borrachos y gente haciendo autostop. Tú y yo somos una pareja como cualquier otra.- Los agentes revisan el interior de los coches sin demasiado ahínco, es pronto, el frío arrecia y los malos parecen estar lejos de la autopista. Un lunes más en el bus vao, regulando el tráfico y buscando listillos. Como en una procesión van uno tras otro rebasando la línea marcada por los dos chalecos reflectantes y sus dueños. Al cambiar de marcha para seguir el penoso ritmo del coche que les precede roza su mano- Perdona, cariño- Con suma delicadeza la deja de nuevo sobre la pierna. Lleva gafas de sol de piloto, un gorro de lana, bufanda azul y la chaqueta verde que tanto le gusta. Pareciera que va mirando por la ventana, como si esperara al amanecer para disparar su sonrisa. Apenas hay media docena de coches delante del suyo. Está mas nervioso que nunca- Cariño, tranquila, de verdad, pasaremos tranquilamente y llegaremos al trabajo a nuestra hora…- la vuelve a mirar con esos ojos que solo encuentra para ella- ¿sabes que hoy estás muy guapa? Es una pena que no puedas subir conmigo al trabajo, porque Ramírez no hace más que enseñarme fotos de su nueva novia. No quiero tenerte como un trofeo, bien lo sabes, mi cielo, pero si pudieras una vez, una sola vez, subir a mi lado...daría un brazo por ver su cara de seta al verte…- El último coche antes de su turno pasa el control con toda la normalidad. Tres ocupantes en un utilitario rojo. El agente más alto, que está en el lado del conductor, eleva la mano en un claro gesto. Se levanta maquinalmente la gorra y da unos industriales buenos días. Le pide la documentación. Está tan nervioso que el carné se le escurre entre los dedos y le cuesta unos segundos rescatarlo del suelo. Mientras tanto no deja de mirarla. El compañero del robot con forma de Guardia Civil se inclina y también la mira. Su mirada es sucia. No le gusta. El agente revisa sus documentos y le pide los del coche y los de la compañera de asiento. No tiene tiempo ni de buscar una excusa. El segundo agente se levanta, fuera de sí por su asombro: ¡ es un puto maniquí !, grita sin poder evitar una sonora carcajada.
Nota: basada en hechos reales.
1 comentario:
Por un momento temí que estuviera muerta y embalsamada.
Qué tensión hasta el final!
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