27 de noviembre de 2013

HUMILLADO


Humillado. Así se sentía. Estaba sentado en la cama mientras el día se desperezaba sin demasiada prisa. La ciudad parecía adormilada, si no fuera porque los coches, como un pulso eterno, rompían de vez en cuando la paz nocturna. Se estaba calzando las botas y el traje. Pero no era un día normal. No. Era el día de la huelga. Una huelga general más que justificada, con una patronal insensible y escudada en una crisis que era la panacea de todas las vueltas de tuerca. Él quería estar en la calle, detrás de una pancarta, reclamando sus derechos, lo que es justo, lo que procede, lo que corresponde. Pero le pudo el miedo.Y el entorno, que le pedía sensatez. No lo hagas, mira tu situación, ¿y si te echan? Y todos esos bla bla que vienen desde el inmovilismo timorato. Accedió y trabajó. Con recelo, con rabia, con angustia por traicionar sus principios y por estar cavando la tumba de su propia conciencia. Pero allí estuvo. Hoy han pasado meses de aquella mañana. Y está, otra vez, sentado en la cama. El día ya ha despuntado desde hace hora, pero ahora ya no necesita madrugar tanto. Ni hay botas que calzarse, ni traje laboral porque ya no hay trabajo. Mira al frente y ya no encuentra energías para sentir rabia. La humillación, la profunda y dolorosa humillación, puede más que nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ANIMO

Anónimo dijo...

Yo estuve en todas y cada una de esas manifestaciones. Yo, que siempre estando a dos velas, conseguía “convencer” a mi parienta de lo positivo de todo aquello aunque el día de huelga se saldase con 90 pavos menos (que me descontaban por entonces)
Y yo, hoy, sin curro, mandado al paro con 15 días de indemnización (por una ley que zapatero aprobó en el 2011 a la chita callando (y sin que los sindicatos dijesen esta boca es mía) después de 8 años de curro en la empresa… te digo que ca…..o en la representación sindical de este pais. Es todo una puta estafa y, se nos ha engañado como ha pardillos.
Este pais necesita un reset, por lo que a mi respecta, ya no son válidos ninguno de los partidos que habitan el parlamento, ni nuestro sistema electoral, ni nuestros sindicatos, ni nuestra justicia (y sus “blesas” infantas etc)
Tal vez siempre fui un antisistema (anti “este” sistema) cuando, tal vez intuia a donde nos dirigíamos. Ahora solo me queda sobrevivir, tal vez hacer alguna tontería que sería propia de adolescentes, para que mis hijas no detecten esta navidad, que la cosa está tan jodida que lamentablemente el cobarde de su padre dudará entre “guindar” una tableta de turrón en el mercadona o quitarse del medio.
Lo más jodido, es qué ocurra lo que ocurrá, me harán sentirme culpable por no ser un emprendedor… al parecer, este malévolo sistema, no está carente de ironia.