DESESPERACIÓN:
No sé si habéis visto las imágenes de los migrantes cayendo al mar mientras volcaba su cayuco junto a la lancha de salvamento. Es tan inverosímil que si aparece en una película, pensaría que es un exceso de innecesario dramatismo por parte del guionista. Pero no, es la pura y cruda realidad. Cuando luego escucho ladrar a los de la caverna con frivolidad sobre el tema de la migración, sobre si tienen móviles, sobre si vienen en plena forma, para robarnos las paguitas y los trabajos bien pagados...me entra una mala hostia que solo me curo apretando muy fuerte los dientes y acordándome de la madre del topo. No sé quien lo dijo, pero es una verdad como un templo: no hay alambrada ni muro capaz de frenar el hambre y la desesperación. Y yo añado que no hay mar que pueda frenar el miedo. Es hora de comportarnos como lo que somos, el viejo y acogedor continente. Que se note.
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