10 de febrero de 2022


 NO LOS TRAGO: 

Se puede odiar, en el sentido dulce del término, no se me confunda el encono, sin conocer. No es un prejuicio al uso, más bien un juicio precario o sesgado. Voy al grano. No me acuséis de egocentrismo o de tener un ego crecido, que tengo pruebas, y a ellas me remito si hace falta: soy una ONG con ruedas. Cedo el paso, me paro para que salga un coche aparcado, pito cuando me paro en un paso de cebra si mi compañero con ruedas de la izquierda no ve al cruzante y cometo locuras como bajar la velocidad cuando veo un intermitente advirtiendo una maniobra venidera. Llamadme excéntrico. Y solo pido una cosa a cambio. No es mucho, de verdad, no quiero postales en navidad, ni cestitas de productos típicos, ni una plaza con mi nombre en una aldea ¡qué va! Solo pido un gestito, una mano al aire dando las gracias. Probadlo ahora mismo, arriba esa mano, dos segundos suspendida en el aire. El gasto energético es mínimo. Lo malo de todo eso, y ahí viene mi juicio cojo, es que no puedo con ellos, que no, que no puedo con los conductores que no agradecen a los demás los pequeños gestos y favores con otro más pequeño aun: el de agradecer. Y reconozco que por ciertas zonas por las que se mueve mi generosidad al volante el gesto de agradecer es como un unicornio...

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