Os voy a contar una pequeña historia.
Es la historia de Marcelo, albañil en paro, de 41 años. Lleva casi dos años malviviendo de chapucillas, el paro y el trabajo de su mujer como limpiadora en casas ajenas. Tienen un hijo de ocho años cuya mayor ilusión es el fútbol. La semana pasada fue su cumpleaños. Sus padres hicieron todo lo posible, fueron recortando de allí, de acá, de lo poco que la hipoteca y los recortes les iban dejando. Durante semanas fueron dejando monedas sueltas en un bote. Querían hacerle un regalo muy especial. Llegado el día Marcelo se presentó en las taquillas del Bernabéu. Cuando vio el precio de las entradas llamó a su mujer. Cariño, son muy caras ¿y si lo dejamos? No, inquirió ella, id vosotros, ya veremos cómo nos apañamos. Y así, el día del cumpleaños, su pequeño recibió a modo de regalo un sobre. Lo abrió extrañado. Esperaba un balón, tal vez una camiseta del mercadillo de Ronaldo, su ídolo. Al descubrir el contenido pensó que era una broma. Tanto lo había intentado, tantas veces había tratado de convencer a sus padres de que lo llevaran al Bernabéu, que lo había dado por imposible. Cuando se dio cuenta de que no era una broma, que eran dos entradas para ver el Real Madrid-Granada, empezó a llorar. Pero de emoción. Durante los dos o tres días que faltaban para el domingo, Marcos, que así se llama el pequeño, apenas si pudo conciliar el sueño. De vez en cuando iba a la estantería de su habitación y rebuscaba entre los libros el sobre para confirmar que estaban ahí, que existía. El domingo, desde primera hora se puso la camiseta de Ronaldo que le prestó su primo y no dejó de mirar ni un segundo el reloj. Salieron con tiempo, ya en el metro fueron disfrutando del ambiente futbolero. Después, cuando la majestuosidad del estadio estuvo frente a ellos, Marcos se cogió de la mano de su padre, sobrecogido y emocionado como nunca. Accedieron al estadio. Marcos no perdía detalle en el calentamiento: ¡¡¡ mira, mira, ese es Casillas !!! ¡¡¡ Hala, que control de Ramos !!! No paraba de hacer preguntas, sobre la capacidad del campo, sobre lo que duraría cada parte, sobre los banquillos, sobre el tercer árbitro, y su padre las respondía todas divertido. Empezó el partido y Marcelo y Marcos animaron a su equipo como los que más. Sufrían con cada ocasión marrada, hasta que por fin Cristiano enfiló la portería. Entonces sí, entonces, como todo el estadio, saltaron de alegría, se abrazaron y aplaudieron. Entonces Marcos se quedó parado, mirando fijamente al campo. Papá, le preguntó a su padre, ¿por qué Ronaldo está tan triste? Su padre se sentó, en silencio, porque para aquella pregunta no tenía respuesta...
Cristiano Ronaldo, eres un insensible, un engreído, un idiota ególatra. Con la que está cayendo que hables de tristeza es inmoral. Yo, personalmente, te ponía a asfaltar carreteras para que después, cuando los 350 c.v. de tu Ferrari se deslizaran por ellas supieras de verdad lo que le cuesta a los demás ser felices. Despierta, capullo, la vida está ahí al lado.