Recuerdo un corto espeluznante del maestro Hitchcock. Una mujer era violada salvajemente por un hombre. Sufre un profundo trauma por ello y su marido en todo momento está a su lado. Van con el coche un día y la mujer, en un ataque de ansiedad, empieza a gritar: ¡¡¡ es él, es él !!! Por la acera camina un tipo de aspecto siniestro. ¿Estás segura? pregunta el marido. ¡¡¡ Es él, es él !!! Repite histérica la pobre mujer. El hombre detiene el coche y a golpes lleva al desconocido a un lugar más recogido y allí, con sus propias manos, acaba con su vida. Regresa sin aliento y comienza de nuevo la marcha. No han pasado ni treinta segundos, con el hombre todavía en estado de sock, cuando por la acera se cruza otro desconocido. Entonces la mujer empieza a gritar de nuevo ¡¡¡ es él, es él !!!...
Este corto, que es una maravilla cinematográfica como todo lo que hacía don Alfredo, es todo un canto a la ceguera de la justicia. Ahora, que las víctimas del terrorismo andan a dos bandas recordando su dolor, lo confirmo más especialmente. Porque al igual que las normas de tráfico no las revisan quienes han sufrido accidentes, las leyes y su ejecución, jamás han de gestionarlas las víctimas. Si fuera así no habría leyes justas sino ajusticiamientos, porque lo que nos pide el alma es venganza. El profundo e insoportable dolor de perder a un ser querido no debe marcar el norte de nuestra sociedad. Si no tenemos muy claro este principio correremos el riesgo de caer en el ¡¡¡ es él, es él !!! del corto de Alfred...
3 comentarios:
Muy bueno.
Abrazos.
genial!
Un razonamiento muy acertado y una gran verdad que, sin embargo, uno nunca quiere reconocer cuando "está en el ajo".
La experiencia me dice que el interesado nunca se ve satisfecho con la Justicia, siempre cree que se le debe algo más.
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