23 kilómetros de duro pedaleo, parte carril bici, parte trapicheo por campo y arcén de carretera. Destino final: El Pardo. Allí nos esperaba la panadería del bueno de Enrique, el tipo con mayor velocidad de saludo que he conocido en mi vida: hasta luego Ramón, adiós señora Herminia, ¿cómo va eso Ernesto? Casi nos la lía el Betis Adolfo. Todo un pistolero de los buenos días. Gracias a él hemos conocido el camino para hacer Carabanchel-El Pardo sin apenas oler asfalto (lo siento, está guardado bajo el secreto profesional). Aunque era pronto el solecito andaba arrogante, así que en tan insigne plaza nos pedía el cuerpo un desayuno obrero a base de bocata artesano y cervecitas. Frente a las bicis y gracias a las viandas de Enrique nos calzamos una “con” y una “sin” con dos bocatas de media barra y un salchichón al vacío. Leí, por curiosidad, que en el envase ponía 12 lonchas. Hice un equitativo y educado reparto: las seis primeras para mi pareja, y después yo. Pero, ups, o no sé contar o aquí falla algo. Mi bocata tenía dos de regalo. No es posible. Revisé el envoltorio. No, no, pone 12 lonchas claramente. Volvemos a recontar. Pues no, no hay error matemático, 6 tenía su bocata, 8 el mío. ¿Y si es una huelga a la japonesa por la crisis? Se le ocurre a mi pareja. Y me gustó la idea, me gustó imaginar a los trabajadores de una envasadora de salchichón a los que les amenaza un ERE metiendo dos lonchas más, a la japonesa, en cada envasado. Así que el bocata nos estuvo reivindicativamente delicioso. Dos lonchas más contra el patrón. Rajoy, toma nota.
12 de marzo de 2012
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5 comentarios:
bueno, a lo mejor es eso, lo cual nos viene bien al resto y a ver si hunde al empresario, de una vez...
Sí, seguro que al empresario le hunde una politica como la actual: inmigración salvaje (lease mano de obra suficiente como para desequilibrar la balanza entre oferta y demanda) y un pueblo adormecido que no sabe por donde le vienen los golpes,
También hay pequeños empresarios que luchan por sacar sus pequeños negocios adelante sin se ser tan malas personas y haciendo las cosas lo mejor que puede , pensando en sus trabajadores , respetando sus derechos y demás ..
Uy, que penita. Creo que todos deberiamos rezar por los empresarios de bien, tan pequeñitos ellos que intentan sacar sus negocios adelante...
Es genial... quien tiene una tienda de puertas no sabe distinguirse entre trabajador y empresario... tampoco sabe a que bando se debe.
Vaya tela.
no entiendo el último comentario .
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