EL SUEÑO Y EL JAMÓN:
He tenido uno de esos sueños especiales, por eso lo cuento. Estaba en un aula, en un examen al que había llegado tarde. Pero no tenía angustia, más bien algo de rabia. El profesor, y la asignatura, eran de mi agrado. Así que cuando el docente alcanza mi pupitre le pido que me de el examen, que aunque me diera tiempo a poco, me hacía mucha ilusión intentarlo. Era un examen de redacción, el papel estaba manchado, en la parte de la cabecera, donde se ponen los datos del alumno, de grasa de jamón. La redacción era, precisamente, sobre ese rico manjar: el jamón. Entonces me he despertado. De verdad que no sé si plenamente o solo dentro del propio sueño, y me he puesto a "escribir" el cuento. Ahí lo dejo.
EL JAMÓN:
Siempre
fuimos una familia humilde. Mi padre era un obrero al uso, tan al uso como ama
de casa mi madre. Mis hermanos y yo no tuvimos ropa de marca ni zapatillas de
moda, pero jamás abrí la nevera y sentí tristeza. La gran pasión de mi padre,
más allá de las carreras por la banda del extremo de turno de su Atleti, era el
jamón. Había todo un ritual en su llegada, en como se guardaba, en como se
cortaba, en el mantenimiento de los cuchillos. A mi me encantaba ver como
afrontaba el reto de ir deshaciendo su robustez en lonchas perfectas, casi
milimétricas. Parecía un violinista interpretando su obra favorita. Yo
disfrutaba más de observar su devoción y pericia que del propio manjar. Ahora, que
como padre soy cabeza de una familia quizá más humilde todavía, me gustaría
pensar que mi hijo disfruta de este ritual con la misma entrega que hacíamos mi
padre y yo.
-Papá ¿de verdad que esto está tan
rico?
-De verdad, te lo prometo…
Quizá,
algún día, podamos dejar de mirar tutoriales en Youtube…
NOTA DEL AUTOR: Dicen que el que tiene hambre sueña con bollos, y yo hambre siempre tengo, hay que determinar, en este caso, qué son los bollos, si lonchas de jamón o literatura...
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