5 de noviembre de 2024

 ELLA SÍ:

Estoy seguro que si me conoces va a sorprenderte este artículo. Pero es lo que pienso, casi más bien lo que siento, que en momentos como estos, el sentimiento se me impone al raciocinio cuando escribo. A ella sí. Ella vivió en un barrio lleno de vecinos y niños y niñas como ella, con los que compartió aventuras, desventuras, patio de colegio, primeros amoríos, suspensos, buenas notas, primeras fiestas...Estudiaría en un instituto, da igual si público o privado; allí encontraría chavalas y chavales como ella, con los mismos anhelos, la misma incomprensión con lo que les ocurría por dentro y por fuera, con la cara llena de granos y la cabeza de pájaros, benditos pájaros. Haría una selectividad y se mordería las uñas esperando si la nota le daba o no para la carrera que quisiera estudiar. Creemos que lo logró. Estudió periodismo, en igualdad con compañeros y compañeras, luchando por sacar las notas necesarias para ir pasando curso y divertirse todo lo posible en el camino. La acabó, y como tantos otros, se lanzó al mercado laboral. Encontraría sus primeros trabajos precarios, y poco a poco, compitiendo, entendemos que en igualdad con otros candidatos, fue subiendo peldaños en su profesión hasta llegar a unos niveles que poco menos se consideran la élite del periodismo. A ella sí, de ella me creo las lágrimas, el estado de shock, el verse superada, la empatía...¿El Rey? El Rey no tiene ni puta idea. 



4 de noviembre de 2024

 YO NO LO ENTIENDO: 

Soy licenciado en historia contemporánea. Llevo más de treinta años intentando ser escritor. Otros veinticinco pagando las facturas haciendo cuentas para otros. Soy padre de dos hijos a los que considero bien educados. Y diría que siempre fui amigo de mis amigos, pero viendo los últimos años de mi vida, dejaremos eso en cuarentena. Ese es mi currículum, lo que diga o escriba estará, sobre todo, censado en ese bagaje vital. Con ese balance, no entiendo la visita del presidente del gobierno y de los reyes a Paiporta. En un lugar donde llevan días asolados, sin poder recibir toda la ayuda necesaria, una comitiva como esa, que conlleva ingentes medios públicos en seguridad y movilidad, es de una frivolidad incomprensible. Que sí, que las autoridades deben estar con el pueblo, pero sin molestar, o molestando lo menos posible. No entro a valorar que Pedro Sánchez, cuya gestión en este asunto considero inmaculada, haya sido el foco fundamental de la ira vecinal; ni que los reyes, que no tienen capacidad ejecutiva, ni legislativa ni de ningún tipo y lo único que pueden hacer es sonreír y escuchar, haya recibido numerosas muestras de cariño, como si de verdad, aunque quisieran, pudieran hacer algo por los vecinos. No, no es eso lo que me mueve a escribir. Si estamos a setas, estamos a setas. Y esos guardias civiles que, por cierto, solucionaron el asunto sin un porrazo, entendiendo a los vecinos, abrazándolos, convenciéndolos, deberían estar a otros asuntos y no protegiendo a sus dignísimas autoridades. Eran excavadoras y tractores lo que necesitaban, no coches oficiales. Tenemos mucho que aprender, y es importante que las cosas se digan, se escriban, se lean, se escuchen, para que la rutina no permita su rápido olvido. 



3 de noviembre de 2024

 LO NOTAN: 

Mi perro lleva cuatro a cinco días muy raro. Está apático, pero si yo me muevo viene detrás, si me siento, me mete el hocico, busca mis caricias, me mira a los ojos más que nunca, como si me escrutara, sobre todo cuando estoy viendo la televisión. Llevo un par de semanas desconcentrado. Un contratiempo me había descolocado demasiado, y ese contratiempo, con lo ocurrido en Valencia, me pareció de tal nimiedad que casi me daba vergüenza mi inquietud excesiva inicial. Llevo desde que la dana nos golpeó a todos, a unos muchísimo más que a otros, por su puesto, con unas incontrolables ganas de llorar. Es esa tristeza que lo tiñe todo, casi lo contamina, porque no te permites relajación, te echas unas risas y algo dentro te dice, eh, ¿cómo que te pones a reír?¿es que no te acuerdas? Lloro de pena por lo perdido, y lloro de emoción viendo a las riadas de valencianos con escobas, palas, bolsas con comida, cruzando los puentes desde sus zonas no afectadas, para echar una mano, un pie, un brazo o que haga falta a quien probablemente lo haya perdido casi todo. Desde que soy padre, hace justo ahora veinte años, se me despertó una super empatía con la que no me queda otra que convivir. Y nuestras mascotas fagocitan nuestros estados de ánimo. Mi perro tiene ansiedad porque me ve triste, lloroso, y no sabe cómo evitar mi tristeza, que no entiende pero que le cambia también su semblante. Ojala se lo supiera explicar...aunque quizá, lo mejor, fuera no tener que explicarle, nunca, tristezas como estas.