4 de abril de 2022

 DESGRACIAD@


No paro de pensar en esta fotografía. La tomé a primera hora de la mañana, esa fría hora en la que nos cruzamos los que pensamos si esto del peludo merece la pena. Era una bolsa, con su correspondiente carga fecal, a dos metros de una papelera. El nudo, perfecto, contundente, invita a pensar en una persona concienciada. Así que ¿qué ocurrió?¿qué le paso a ese hombre o a esa mujer para no alcanzar su objetivo? Me lo imagino sufriendo un paro cardiaco, tan vez un ictus, a menos de 200 centímetros del cumplimiento ciudadano, tratando de explicarle a los sanitarios que deben tirar la mierda a de su perro a la basura. O tal vez se trataba de una cirujana a la que avisan por teléfono de que por fin han encontrado el corazón que esperaban para el pequeño Mateo, de cinco años y ni corta ni perezosa dejó caer la bolsa y corrió y corrió hasta llegar al hospital. Durante horas su perro fue atendido por el personal de mantenimiento mientras ella, y sus sabias manos, le regalaban una vida extra al pequeño. Quizá estemos en guerra y un francotirador se estuvo divirtiendo en aquella calle, y ante los disparos, el concienciado ciudadano no tuvo más remedio que soltar la bolsa y correr a guarecerse. Cualquier otra opción que aventure me pone de mala leche. Así que he preferido quedarme con la imaginación que con la evidencia de lo gandul y desconsiderado que puede llegar a ser el protagonista de esta foto. No el peludo, no, el que sujeta la correa y le puso el nudo a la bolsita. 

No hay comentarios: