4 de enero de 2024

 EL BURRO VIEJO Y EL REY DE LA SELVA: 

Permitidme que os cuente una fábula. 

Es la historia de un circo que para su gira al otro lado del mundo se embarca, con tan mala suerte, que termina naufragando frente a una isla desierta. Mueren todos salvo un león y el burro viejo encargado de transportar la comida de los animales. Ya en la isla, recuperados del susto y conscientes de su situación, el burro, preocupado, le pregunta al león. 

- Oye, león, una cosa, estamos tú y yo solos en esta isla, no me irás a comer ¿verdad? 

El león miró las orejas desgastadas del burro, las ojeras, su piel ajada, el lomo blanco y contestó con orgullo.

- Perdona, burrito, pero yo soy el rey de la selva, y solo como gacelas frescas y jóvenes. 

El tiempo fue pasando. Días, semanas, meses, hasta que una mañana el león se acercó al burrito y le dijo: 

- ¿Sabes una cosa, burrito? Se te está poniendo una carita de gacela...

Pues eso mismo pienso yo de la política española. Con las mayorías suficientes y las minorías insuficientes, sus señorías se ponen exquisitos y dicen, hinchando el pecho, que con aquel o aquel otro, jamás se sentarían ni a tomarse un café. Pero después, las urnas reparten suerte, y las mayorías ya no son las necesarias, y entonces a los otros partidos se les empiezan a poner una cara de gacela...

Ni me gusta que el PP censure cualquier movimiento de lógica democrática del PSOE, ni ahora, que se sabe que de aquel lado el juego, por sentido práctico, fue el mismo, se exijan explicaciones extra. Si uno está seguro de lo que hace, no puede reprochar a los demás cuando lo hacen, hayan dicho lo que hayan dicho. Otra cosa es que no se esté seguro, ese ya es otro cantar. 

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