30 de julio de 2012

SORDO

No hay nada como perder algo para saber apreciarlo. He tenido una molesta infección de oído provocada por mi afición a las inmersiones piscineras y una edad en la que cuando no es una cosa es la otra, que ya no estamos para records de apnea, oiga. El caso es que he tenido un molesto zumbido en ambas orejas. Era como si a un amigo cachondo le hubiera dado por meterme espuma en los oídos. Esto, además del molesto dolor, ha tenido una daño colateral y es que mi capacidad auditiva se ha visto mermada un par de días de forma alarmante. La gente en el trabajo me hablaba desde otras mesas, como siempre, y tenía que terminar gritando ¡¡¡¡ Larrey, que si has mandado el informe !!! Y yo ¿qué?¿qué?¿me hablas a mí? La cosa rozó el patetismo en una reunión que tuvo lugar en inglés. Porque si mi cerebro con el atasco en el canal auditivo ya tenía problemas para darle forma verbal a los sonidos en castellano, cuando estos empezaron a fluir en inglés, llegó un momento en el que estaba más perdido que un skin en una biblioteca y más angustiado que Gallardón en una asociación de mujeres. Totalmente perdido, incapaz de seguir una conversación y tirando de la clásica sonrisa de sí, sí, como tu digas y ´"ok, please, send me an email". Que poco valor le damos a las cosas que vienen de serie: andar, pensar, ver, escuchar...mientras que hay personas para las que esa sencilla tarea es una quimera. Y no por una dichosa otitis de verano, sino porque tienen serios problemas para realizarla. Sordos, ciegos, mudos, todos ellos sueñan con una actividad tan común para nosotros que llegamos a despreciarlas. Por eso de vez en cuando nos vienen bien estos toques de atención, para darnos cuenta de la suerte que, en realidad, tenemos.

No hay comentarios: