Ayer quedé con el barbudo laponés y los tres inmigrantes de Oriente. Porque somos padres previsores. Cuadré las agendas y pedí cita. Encaje de bolillos familiares versión navideña. Si esta tarea fuera una más dentro del organigrama de una multinacional, primero se hubiera organizado un work smart con su facilitador y su jefe de proyecto. Se hubieran repartido cuatro o cinco equipos de trabajo que como jurados en un juicio se aislarían del mundanal ruido para en tremendas brainstorming sacar una docena de ideas (votadas por democrática mayoría) que en la fase final del proyecto se defenderían en una reunión común y posteriormente serían votadas para su aprobación. Después una persona de reputada eficiencia lideraría y reportaría la ejecución de cada una de ellas. Por suerte no somos una empresa privada, así que mi pareja y yo nos hemos comido solitos, sin tan yanki protocolo, el estrés de elegir los regalos. Porque claro, hay que cuadrar el PSB: práctico, solicitado y barato. Y no es fácil. Cuando los magos vienen de varias casas, y hay cuatro o cinco gordos barbudos es fácil caer en el derroche contraproducente. Así que ya se sabe, unos esto, otros aquello, nosotros lo de más allá. Y para facilitarle el trabajo a los del camello y al del reno, pues nosotros mismos compramos los regalos, que no se extresen sus majestades y él, me van a perdonar, pero la tentación es boner el borracho del trineo, porque yo, si fuera Guardia Civil, le cascaba un control, porque esos rosetones, esa risa, ese zigzaguear de su vehículo...En fin, en el trastero descansan ya los resultados de tan acertada gestión, esperando las grandes noches. Navidades, lo reconozco, desde que soy padre, son otra cosa...
14 de diciembre de 2011
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1 comentario:
Te entiendo perfectamente....ahora que los míos lo saben, me dijeron el otro día, qué, si aún no los había comprado....(sin palabras). El ajetreo es lo que tiene, que los Reyes se desestresan en tu casa, je,je,...bss
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