Word me odia. De otro modo no logro entenderlo. Quizá sea porque no me creo el impostado altruismo de los Bill Gates. Tal vez porque estoy coqueteando cada vez con menos disimulo con el entorno Mac. O quizá porque las cuatro o cinco ventanas que han abierto los programas de mis ordenadores eran casi siempre copy left o regalos. Quizá por eso. El caso es que me tiene ojeriza, a mí, a Larrey. Escribo documentos, de trabajo y personales, y no siempre me doy cuenta. No me quiere. No le gusto. En algunas ocasiones ni me doy cuenta cuando lo envío, sino cuando alguien me responde "Estimado señor Larrea". Y es que no hay forma, cada vez que escribo mi apellido, el dichoso corrector, que es algo así como la Inquisición de windows, sin previo aviso, sin darme la opción a elegir, me lo cambia de forma inmediata por Larrea. Que tampoco sé que narices significa larrea para ser más castellano que Larrey. Porque el Diccionario de la Real Academia no la reconoce como palabra. Así qué ¿a qué viene esa manía de cambiarlo? Déjame, querido word, ser Larrey, que me gusta.
8 de diciembre de 2011
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1 comentario:
Jajaja... es que le encanta putear al personal, ya ves... ¿Has probado con la opción "Agregar al diccionario" cuando pasas el corrector? Así para posteriores ocasiones ya te la reconocerá como correcta, creo... Me imagino que si, pero es lo único que se me ocurre, mmm... Suerte !
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