Sólemos compararnos con Europa o el mundo para dejarnos en evidencia o para demostrar nuestra tendencia a la chanza y la pandereta. O si eres una entidad pública, para demostrar lo bien que lo estás haciendo. Pero no es justo. No es justo ni hacia un lado ni hacia el otro. En Madrid, por ejemplo, gusta decir que tenemos el mejor Metro del mundo. Y es verdad que es una maravilla, y cualquier turista que por menos de dos euros llegue en media hora del aeropuerto a la Puerta del Sol te lo corroborará. Pero no es el más barato. No da más por menos. Porque cuando uno habla del precio de las cosas no debería decir los euros que cuesta, sino lo que el cuesta a quien lo compra. Por eso, hablar de precio y compararlo con el mundo, sin tener en cuenta el nivel salarial es lo que es, información sesgada, vamos, propaganda. Estos son los precios de algunos de los suburbanos más representativos:
En cambio, si introducimos en esta operación comparativa la variable "salario" para calcular en qué lugar se sitúa Madrid, la posición ya no es tan ventajosa:
De este modo, comparativamente, el Metro de Madrid es de los más caros, ya que a sus ciudadanos les cuesta un porcentaje de su salaria más elevado.
Eso es hacer las cosas bien. Pero si no salen las cuentas, mejor cambiar el orden de los factores ¿no?
1 comentario:
Hacía mucho que no me pasaba por el trastero, y me ha encantado hacerlo con esta entrada porque es algo que desde que he vuelto a Madrid me ha llamado la atención y me ha ofendido, porque como tú dices es pura propaganda...pero qué podemos esperar de Lady Hope
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