En el cine nos engañan. Ni es tan fácil aparcar en Nueva York, ni siempre ganan los buenos, ni las chicas rubias son siempre las tontas que bajan al sótano cuando hay ruidos raros. Pero hay una escena, sobre todo si se trata de cine español, que siendo tan visual, tan significativa, tan cómicamente dramática, se ha utilizado sin reflexionar en exceso. Me refiero a la típica secuencia en la que el novio, o la novia, en pleno altar, decide que no, que no se quiere casar, y sale corriendo. Ahí la música y el trato de la imagen, le da a la escena o la vis cómica o el toque dramático, en función del objetivo del film. Pero, chica, me da por pensar a mí ¿para qué corres tanto?¿al juzgado? porque lo normal es que ¡ ya estés casada !. Alguien tiene que decirlo, no existe el matrimonio religioso en España. La pregunta de si te has casado por la Iglesia o por el juzgado es un error de base. Casarse, lo que se dice casarse, la firma del contrato y todo eso, es civil. Luego Dios podrá poner la puntilla como quiera, pero aquí el que decide si estás o no casado, es el juzgado. Por tanto la única pregunta viable es: ¿lo has celebrado por la iglesia o por lo civil? Así que, partiendo de esa premisa, la novia arrepentida ya podrá correr y correr, coger el tren o el avión que la lleve más lejos, que tarde o temprano tendrá que volver a firmar los papeles del divorcio, porque casada, lo que se dice casada, ya lo está: por lo civil. Entonces, ocurra lo que ocurra en la película yo empiezo a imaginarme a quien huye en una esquina, recuperando el aliento, tomando el móvil y llamando a un amigo o a su abogado: oye ¿te puedes encargar del divorcio? es que yo voy a seguir corriendo, que lo pone en el guión...
28 de noviembre de 2011
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1 comentario:
Muy bien dicho..... lo único que esta corria porque estaba lloviendo.....(la foto es nuestra, y tu blog lo encontré por casualidad) pero para este texto viene genial.
Un saludo desde Ocar Anta - Fotógrafo
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