Me he dado cuenta, en estos años de compartir oficinas con variopintos personajes, y volviendo a la ecología de la semana pasada, que en el mundo de la empresa hay muchas personas que llevan la ecología hasta el punto más extremo, hasta una radicalidad que se podría decir molesta. Sólo puedo hablar del 50% de la población, y es que el acto ecológico del que voy a hablaros se circunscribe exclusivamente en el baño. Estos ecologístas están tan, tan preocupados por el planeta, que en su afán por ahorrar agua jamás tiran de la cadena después de haber miccionado. Es más, muchos de ellos son tan ahorradores que por ahorrar se ahorran hasta el esfuerzo de bajar la tapa, dejando evidencias visuales y olorosas de su ecologismo. Falta por ver si este ecologismo, y me da que sí, les lleva a ahorrar agua también una vez terminada la tarea, no limpiándose las manos al más puro estilo Torrente. Incluso creo que estas personas podrían ser las mismas que yo pensé sufrían sordera selectiva y, no, qué va, son ahorradores por naturaleza y aunque tú les des los buenos días ellos se ahorran el esfuerzo de responderte. Este punto está todavía por verificar, pero yo apostaría a que se trata de los mismos "ecologistas" del ahorro oficinista.
21 de noviembre de 2011
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