15 de abril de 2025

 EL MÓVIL Y LA EDUCACIÓN: 

El otro día me encontré, en la puerta de su casa, con un conocido al que llevaba meses sin ver. Nos saludamos, le pregunté un par de cosas de cortesía, y en ese momento le sonó el teléfono. Por la forma en que contestó era alguien conocido (hola mi amor...). No se despidió, ni dio explicaciones. Consideró que la llamada era más importante. No le reprocho nada, porque en realidad lo que me quedara por contarle no eran más que formulismos y el cariño que le profeso (lo conozco desde que nació). Pero me invitó a reflexionar, además entonando el mea culpa. En la gran mayoría de los casos el móvil manda. Condiciona nuestra vida a muchos niveles, pero una llamada nos obliga a detener lo que estamos haciendo y contestar. ¿Debería ser siempre así? Quiero decir, yo si estoy hablando con un amigo con el que me acabo de encontrar, y que además sé que será cosa de tres, cuatro minutos, de cruce casual ¿debo zanjar la conversación porque me llame mi pareja o cualquier otro amigo? Yo creo que no. Se puede no contestar, finalizar la conversación y después devolver la llamada. Estoy seguro que de ser urgente, la llamada no se quedará en una. Yo, al menos, me propongo intentarlo, en este proceso de desintoxicación en el que me encuentro inmerso. 

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