VIERNES en modo cuento.
NOTA PREVIA: Os lo he contado alguna que otra vez, sueño que escribo. Este cuento fue escrito (salvo un detalle final) por mi yo onírico. Es difícil de explicar cuando te despiertas...
EL
SUEÑO:
Le ha pasado muchas veces, ser
consciente de estar soñando en el propio sueño. Su yo soñado, que entiende su
reino como fugaz, vive el propio sueño con el ímpetu extra de lo efímero. Esta
vez se encontraba en medio de una festiva e idílica plaza de pueblo con sus
compañeros de facultad. Volvía a ser joven. Ellos también. Pero de esa parte no
era consciente, como si no hubieran pasado 25 años. Sí percibía lo excepcional
del encuentro, porque no se cruzaban en la realidad, un pueblo tangible, sino
en mitad de un sueño, en un tiempo inventado. Él, tan racional en lo onírico como
en la realidad, solo le encontró una explicación: ellos también estaban soñando.
La idea le entusiasmó, así que corrió hacia ellos y los reunió para explicarles
que se trataba de un sueño, que se iban a despertar, que intentaran acordarse,
a la mañana siguiente, de lo que habían soñado y cuando se vieran en el banco
de siempre, en la facultad, el que recordara haber soñado lo que estaban soñando,
que le hiciera una señal. Estaba fascinado.
Terminó el sueño dentro del sueño y
se despertó, todavía en el sueño, nervioso. Fue a la universidad con esa
celeridad con la que se recorren las distancias en los sueños. Encontró a sus
amigos en el banco donde solían esperar el comienzo de las clases. Saludó, inquieto,
y se sentó. Escudriñó con discreción a unos y a otras, buscando esa señal del
sueño compartido. Pero no la hubo. Empezaba la clase, así que se levantaron y
fueron al aula. Él, triste, decepcionado porque nadie hubiera soñado su sueño.
Al fondo estaba ella, siempre solitaria, con media sonrisa a modo de gesto, escuchando
música, vestida de negro. Justo a la misma y prudente distancia en la que
estuvo, la noche anterior, en su sueño…
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