EL CUENTO NACIDO DE "ORQUESTA":
Hace no mucho os conté que suelo intuir, o valorar, lo que me va a gustar una novela en función de los cuentos que logre inspirarme. De hecho me lo anticipa el número de páginas que tardo en dejar de leer para ponerme a escribir. Con Orquesta, de Miqui Otero, he tardado 16 páginas. Promete.
Esta es la frase: "Dentro de las paredes, a menudo desconchadas o con mataduras, las ollas tabletean para prometer el banquete de mañana"
LA
CASA:
Sigue con la mirada perdida en el
desconchón de la pared. Logra decidirse: tiene la forma de Noruega. No recuerda
la última vez que estuvo en la casa. Quizá hace una década. Vivir en el
extranjero es lo que tiene, el pueblo de la infancia está más lejos que los propios
recuerdos. La última vez que vio el desconchón apenas si parecía Italia. Es la
cronología del tiempo, como si un país subterráneo estuviera conquistando, trasmutando
en uno cada vez más grande, poco a poco, el mapa de la pared. Está sentado en
una mesa donde su padre lo estuvo centenares de veces antes. Su abuelo, miles.
Su bisabuelo, igualmente. Y como es de letras, prefiere dejar las cuentas ahí.
En una mano el bolígrafo de la Caja Rural. Sonríe pensando que por fin un banco
pone bolígrafos sin cadena. Que osadía. En la otra, unos documentos que esperan
su rúbrica. Mira de nuevo a Noruega, pensando que, tal vez, en unos meses ya
sea España, o Francia, si se da mucha prisa. Mira a las dos personas que esperan,
con respeto, sí, pero también con una evidente impaciencia. Suspira.
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No firmo, quiero ver cuando termine siendo
Rusia…
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