Los colegios se apuntan a un bombardeo con la idea de ilusionar a los pequeños en el entorno escolar. Y está muy bien, lo que pasa es que ese entusiasmo les lleva algunas veces a perder la paridad y el criterio. Hablo siempre de escuelas públicas, las privadas se escapan de mi ámbito de crítica. El caso es que la hija de una amiga llegó a casa con un corazoncito en San Valentín y un hombre y una mujer al lado. Les habían explicado lo que era el amor y quienes eran papá y mamá. No es que pensara en las parejas de homosexuales donde hay dos papás, o dos mamás, no me molesté en hilar tan fino, sino que pensé en las madres solteras, en las viudas, en los y las divorciadas...¿que mensaje recibieron sus hijos con aquel corazón y un padre y una madre? Hay que aceptar, de una vez por todas, que igual que ocurrió con el derecho de pernada, las luchas de gladiadores o los circos romanos donde dicen que los leones se merendaban a los cristianos, que las tradiciones unas están para respetarlas y otras para dejarlas correr como el agua. La familia es un núcleo de personas que deciden compartir un proyecto común. Y gracias a los avances de la legislación, la paternidad y la maternidad ya no está vinculadas únicamente a un padre y una madre al uso, sino que en un futuro no muy lejano, la diversidad será la nota dominante. Y que no me hablen ni de dioses ni de lo que es natural o no es natural, porque para mí que el hombre vuele o se cure el dolor de cabeza con una aspirina es igual de antinatural. Y que le den a Freud por donde amargan los pepinos. Estoy cansado del lastre de la familia tradicional, de los matriarcados condescendientes y del machismo, porque se empieza diciendo a los niños que el amor es sólo un papá y una mamá y se termina explicando a las mujeres que sólo serán completas cuando sean madres (Gallardonada común). Y no, no comulgo con esta dioptria de miras culturales.
18 de febrero de 2013
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