Esta (su) crisis, que nos está matando a todos a disgustos (a unos menos que a otros), y el afán del gobierno por volver a tiempos mejores (para ellos, los "su" y los "menos") está haciendo que la nostalgia aflore en cada esquina. En los viajes que he hecho estas semanas he vuelto a mi infancia. Es verdad que los coches son otros, pero en las áreas de servicio, como cuando yo era niño, están aflorando los bocadillos de mamá con fuerzas renovadas. Es un recuerdo de mi niñez, ese maletero abierto, esa nevera, ¡¡¡ ese papel albal !!! esa tortilla que tu madre había preparado la noche anterior. Y da igual que sea un maletero BMW que el de un Ibiza. El que más y el que menos tiene telarañas en los bolsillos y recorta de donde puede. Es el retorno de la tartera, que ahora llamarán tupper pero que huele y sabe exactamente igual. Estirar las piernas, tomarte un melocotón lavado con agua de la botella sentado en el bordillo del parking. Las papeleras repletas de los restos de la batalla. Todo eso está volviendo. Y quién sabe cuantas cosas más, si este (nuestro) gobierno no recula y empieza a pensar en las personas en lugar de en los Merlkados. Un día de estos el español medio volverá a la estación de Francia, como reza la canción, con una maleta, imitación Gucci, atada con una soga. Dentro, eso sí, un póster de la roja ganando el mundial, un curriculo impecable y el ipad, el iphone y su puta madre. Pero el alma partida y una mano delante y otra detrás, justo por donde el gobierno le ha estado dando. El deseo de que no sintamos como hace años, el gusto por lo retro, no se lo podemos negar. Al Cesar lo que es de Bankia.
1 de agosto de 2012
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