Un periodista es la voz de su amo. Como lo somos todos los que trabajamos para una empresa privada. A mí no se me ocurriría ejercer mi trabajo perjudicando a mi empresa. No morder la mano que te da de comer es un axioma universal. Por eso me pregunto si la línea editorial se marca desde el proceso de seleción o hay un trabajo continuado. Y, sobre todo ¿hay convencimiento? Porque si no lo hay creo que escribir contra tus creecias debe ser especialmente duro. Ayer, revisando alternativas informativas en la red, me encontré con un titular, en El Mundo, que rezaba lo siguiente: Los franceses ricos venden sus propiedades de lujo para huir de los impuestos de Hollande. Así, de primeras, uno no cae en la cuenta y, por tanto, cae en la trampa. Pero la pregunta está clara, si venden los ricos ¿quién compra?¿los pobres? Porque siempre hemos pensado que el poder adquisitivo del francés es más alto que el nuestro, pero no me imagino a un parado galo pudiendo comprar una mansion en Saint Tropez. Porque al final es lo de siempre, el juego de las prendas entre ricos mientras el resto capea el temporal como puede. Con lo fácil que hubiera sido colocar un adjetivo en el titular, no sé, los ricos usureros, los ricos insolidarios, los ricos calzonazos...para diferenciar a unos ricos de otros. Pena me dan, la verdad, los pobrecitos, obligados a vender su lujo para evadir impuestos. Tampoco mucha, eh, porque es inherente a su profesión de ricos la de escurrir el bulto impositivo, así que...Eso sí, no me quedo con las ganas de regalarle al periodista un titular alternativo, por si necesita una inyección de criterio: ricos franceses compran propiedades de lujo sin importarles las medidas de Hollande.
2 de agosto de 2012
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