En El País lo titulan "El delito de la belleza". Se te encoge el alma cuando ves casos como el de la joven recientemente rociada con ácido en España. Ahora parece que su pareja es sospechosa. Lo de verter tu impotencia machista en un bote con sustancia corrosiva y destrozarle la cara a quien crees que amas es una demostración de impotencia, falta de cerebro y sensibilidad que rebaja la condición de quien lo hace por debajo del umbral de la humanidad. Es un animal. Bueno, los animales carecen, salvo ciertas especies de felinos que cazan en grupo, de la capacidad de estrategia. Pero comprar el producto, ponerlo en un bote adecuado y esperar el momento agazapado en su cobardía, es una estrategia propia de mentes con raciocinio. Entonces ¿qué?¿dónde ponemos a estos mal nacidos? Y preocupa, porque el hijo puta español es muy de imitar. Y el pichacorta patrio era más de guantazo y si se ponía la cosa seria matar y suicidarse. Pero ahora está esto. Bonita moda la de la desfiguración por desprecio. Es un vale, ahora te vas a cagar, te vas a acordar de mi toda la vida ¿Cómo frenamos la inercia imitativa de los imbéciles del o conmigo o con nadie? Y lo peor de todo ¿cómo advertirlo? Es importante que la mujer, y los padres de las niñas, tengan muy claro un principio muy básico: la falacia del quien bien te quiere te hará llorar es una patraña de postal navideña. Quien bien te quiere te respetará, y si no lo hace, es que no te quiere. Porque querer solo se quiere de una forma. Nunca, jamás, podrá haber el primer tortazo, el primer grito, el primer insulto. Porque si hay un primero es que hubo un segundo y habrá un tercero. Mujer, podrá haber un grito, un insulto, un tortazo...el único. Mujer, el único. Quien bien te quiere te querrá. Y punto.
25 de junio de 2012
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