La vaporeta...que objeto del demonio. Para los que no la conocen y piensan que el centella es la élite de la limpieza, os detallo: la vaporeta es un aspirador de agua que inyecta vapor. En realidad no debían llamarla vaporeta, sino suegreta. Me explico. Con esa puntita que tiene por la que sale el vapor, la vaporeta me recuerda a esas suegras recelosas de antes que cuando llegaban a la casa de su hijo pasaban el dedo por el televisor. Y esa nuera nerviosa, tragando saliva hasta confirmar si el dedo arrastraba o no polvo, y con ello su prestigio. Pues eso es una puta vaporeta. Tu tienes tu casita más o menos aseada, limpita, decente. Por probar, como el que se fuma un porro (¡mal, muy mal!) pides una vaporeta prestada y decides, por ejemplo, pasarla por el suelo de la cocina, justo donde muere la pared. Lo primero es el infernal ruido, que pareciera que arrastraras una fundición en lugar de un aspirador. Después el vapor, que sale a chorro, y que empieza a cambiar el color de la junta, por donde tu habías pasado tu arqueológico trapo con tenn tantas veces. Y te dices ¿qué coño he hecho hasta ahora? Y le das, y le das y aquello no termina nunca. Uno es aseadito, así que no voy a decir, como el del chiste que se lava los pies y grita ¡tengo dedos, como en las manos! pero os puedo asegurar que en una baldosa hay un antes y un después de una vaporeta. La virginidad la pierde con el vapor. Entiendo por qué es adictiva. El día que inventen la vaporeta con k7 incorporado ya no hay quien nos saque de casa. Y os dejo, que ya la tengo caliente y las persianas de la terraza me esperan.
10 de mayo de 2012
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