Creo que una de las razones por las que terminé licenciándome en historia fue por mi pasión por los objetos antiguos. Las casas de pueblo me parecían de pequeño una especie de parque temático. Esos aperos de labranza incomprensibles. Las mecedoras de las bisabuelas. Los tractores antediluvianos. Los coches. Eso me ha llevado a una especie de locura fetichista a niveles bastante curiosos y conformistas, todo sea dicho. Por ejemplo, ahora tengo una colección de coches de juguete en los que he montado durante mi infancia. Dyane 6, Seiscientos, 850, Renaul 14...Quizá si fuera multimillonario junto al Cayanne estarían todos estos vehículos en su versión adulta, pero como no lo soy, me conformo con la escala 1/33 y con esconderlos de las garras de mis pequeños. Este fetichismo tiene su versión más peremne en el papel. Lo guardo todo. Manuscritos de mis primeros intentos de ser escritor, apuntes de la universidad, las primeras cartas a mi novia, fotos y periódicos. Mi padre empezó una colección, sin saberlo, guardando el periódico de la última jornada el año en el que la Real Sociedad de Arconada nos sorprendió a todos. Unos años después, casi por casualidad, empecé a ser yo quien guardaba ese último periódico, hasta hoy, cuando la semana pasada y 30 años después, añadí a la colección el correspondiente a la liga 2011 / 2012. Lo reconozco, cada año, cuando crece la familia con un ejemplar, no puedo resistir la tentación de revisar los más viejos, ya amarillentos y con un delicioso olor a reliquia. Me gusta ver como eran los equipos, los estadios, y la publicidad, un termómetro de la sociedad de entonces. Esos anuncios de Baron Dandy, esos pisos con 150 mil pesetas de entrada, una flamante Mobylete University ciclo-scooter, el Talbot 150...¿y en la cartelera? ¡ Los últimos golpes de "El torete" en el Metropolitano de Madrid !....
En fin, que muchos ya lo sabéis, soy un nostálgico empedernido, y el blog es, a lo visto, una especie de terapia de retorno.
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