El fin de semana estuvimos viendo a nuestro sobrino en Mejorada, en un campeonato de fútbol. Ambiente familiar y deportivo y sana rivalidad entre barceloneses, sevillanos y madrileños. Panceta y cerveza. Mientras se jugaban las semifinales, con los niños dándolo todo, aparecieron por el polideportivo, entre la pista de atletismo, tres cochazos negros, tres audis impresionantes, que aparcaron junto a una de las porterías. Pensamos que era una promoción de Men in black. Obama no era, porque faltaba el mosquito sobre nuestras cabezas y una docena de coches militares. Pensamos tal vez en nuestro presidente...pero claro, al ver la decisión con la que entraron los coches, sin dudar, directos a su destino, estaba claro que Rajoy no era. Después vimos el revuelo general, con toda la chiquillería corriendo como locos. Sobre todo las niñas y las madres. Entonces nos dimos cuenta de que se trataba de gente importante. Y efectivamente, tres jugadores del Real Madrid: Callejón, Granero y Adán. Nos explicó un amable lugareño, porque los lugareños siempre gustan de explicar las cosas, que Adán era del pueblo y apadrinaba el torneo. La locura fue generalizada y mi hijo estaba como loco porque le firmara un balón. La verdad es que no soy partidario de estas locuras y nos mantuvimos en segundo plano. Me gusta verlos en el campo, no a todos, pero fuera son tipos de los más normales: Adán un mozalbete enorme con cara de buena persona, Callejón un macarrilla de barrio que bien pudiera llamarse Jonathan y tener un padre con fregoneta, y Granero, pues que si te lleva el correo a casa es probable que ni te fijes en si tiene el pelo largo o corto. Lo peor es que se colocaron delante y no nos dejaban ver el partido. Era el último día de vacaciones, así que a la mañana siguiente comenzaba la rutina escolar. Mi hijo el mayor, apenas bajado del coche, salió corriendo camino de su clase. Ni trauma postvacacional ni narices en vinagre. Corrió todo lo que pudo porque le podían las ganas de contarle a sus compañeros que había estado con Callejón y Granero. Ni los muchos regalos recibidos, ni las noches dormidas en casa de abuelas y primos, ni los amigos que se han quedado en casa, ni la cabalgata, ni visitar el trabajo de su padre, ni patinar en una gigantesca pista de hielo. No, lo más importante de sus vacaciones fueron los coches negros que trajeron a los tres Reyes Blancos. Tal vez estemos haciendo algo mal, no lo sé, lo que ahora sé es que me arrepiento, viendo su ilusión me arrepiendo de no haberle hecho una foto con ellos y que pudiera llevarla a clase, a sus compis. De todo se aprende.
10 de enero de 2012
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