11 de agosto de 2011

JMJ

Y dale, y vamos, y venga con el dichoso JMJ. Que manía tienen los integristas religiosos de apropiarse de las cosas. La primera de la verdad. Pero los católicos tienen la costumbre de, obviando los adjetivos, apropiarse de los sustantivos en sus manifestaciones. Que si la vida, que si la familia y ahora la juventud ¿Qué vida?¿qué familia?¿qué juventud? ¡ La católica, carajo ! que alguien tenía que decirlo. Y si no usan los adjetivos nos están invitando a hacerlo a los demás. A mí se me ocurre retocar ese nombre adjetivándolo: JMJH, el bigote y el acento alemán lo ponéis vosotros.
Y esto de la reunión de jóvenes católicos no es más que gente con gente. Además de un caos para la ciudad. Y, creedme, sé de lo que hablo. Van a venir jóvenes de todo el mundo, así que en las calles de Madrid se van intercambiar algo más que técnicas jaculatorias, porque va a haber más ósculos que hostias consagradas. Viene gente de todos los colores y ¡ de todos los sabores ! Porque si hay algo que la Iglesia no ha logrado controlar, por muchas técnicas de represión que se haya inventado, ha sido el baile de las hormonas. La carne es débil, y en Madrid estos días hace mucho calor. Muchos lo van a descubrir, y quien sabe si por primera vez en su vida, en estas jornadas. Esa niña madrileña con el austriaco, ese venezolano con esa italiana, esa berlinesa con aquel parisino...en fin, que lo disfruten. Las confesiones de vuelta a su parroquia van a ser de lo más entretenidas. Yo me despido al son de Shakira: ahí me voy, ahí te quedas Madrid...que la disfruten.

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