Os juro que hubiera pagado para que el acceso de euforia y cariño de Rubiales le hubiera llevado a calzarle un beso a la Leti. No tendría precio, desde luego, que con la misma mano con la que acaba de agarrarse los huevos le pillara el rostro a la reina y le plantara un morreo. Luego ver las explicaciones del presidente desde la cárcel, mucho más impagable. Aunque a lo mejor a la reina no le hubiera molestado tanto, o estaría una parte del país diciendo, bueno, es un beso, tampoco va eso a eclipsar lo importante, que es el triunfo de las rojitas.
Y hablando de la Leti, aun siendo republicano, como pago con mis impuestos su salario, me permito opinar y no me parece nada, nada bien, la salida de tono y protocolo con las jugadoras. Ella, cuyo único trabajo es el protocolo, no estuvo a la altura abrazando a las campeonas, como si fueran unas amigas a las que felicita por un éxito ansiado. Y no me tildéis de rencoroso, que esta señora que se abrazaba a las jugadoras como si fueran amigas del barrio, se ha negado a acudir a entregar la copa que lleva su nombre. Es fácil saltar y saltar cuando hay glamour en la victoria, pero un campo con menos de cuatro mil personas no le van a llevar a saltarse, a su alteza, el protocolo. Si es que de donde no hay...
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