Era un titular. Una de esas frases que colocan en mitad del texto y que sirven para destacar una idea del mismo. No me la pude quitar de la cabeza. Es de esas frases que te minan y te obligan a pararte y reflexionar. No terminé de leer porque me pudo más el espíritu crítico. La frase era tan sencilla como reveladora. Era un artículo sobre las fosas comunes de la guerra en las que se está trabajando y decía que la gran mayoría de las que se están encontrando están en la retaguardia. Y aun siendo una frase inocente lleva cargado un veneno atroz. Porque la retaguardia es el lugar donde las familias, los niños, las madres, las abuelas, los que no querían usar un arma, intentaban vivir su día a día olvidando una guerra que, muy probablemente, ni les iba ni les venía, ni habían generado ni tenían intención de alimentar. No les quedaba otra que sufrirla. En la retaguardia mataban los cobardes, los que llevaban rumiando su odio personal durante décadas, y hasta generaciones y encontraron en el conflico bélico la excusa perfecta para envalentonarse. Y explica otras muchas cosas, no solo la edad, sorprendentemente joven, de muchos de los muertos, sino el miedo que azota a muchas personas hoy en día. Los muertos no hablan, o eso pensábamos todos. Pero parece ser que no es que no hablen, es que son mudos, y los mudos tienen su lenguaje de signos ¿no será ese el miedo que tienen muchos?¿no será que tienen pavor a que empecemos a interpretarlos?
21 de febrero de 2012
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